El 5 de febrero de 1925, Marguerite Carlough puso una denuncia en Nueva Jersey contra una empresa que fabricaba esferas luminosas. Tenía entonces poco más de veinticinco años pero se encontraba en unas condiciones deplorables. Lo peor, su mandíbula se estaba desintegrando. Marguerite estaba convencida que la degradación de su cuerpo se debía a su trabajo realizado en la United States Radium Corporation. Empezaba entonces una batalla legal que llevaba años gestándose. Aún tardaría muchos más en concluir. En el camino, muchas de las conocidas como las pintoras de esferas, perdieron la vida.
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Buff, en cuanto oí hablar de este tema, me atrapé.