Las chicas del radio

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A principios del siglo XX, en un rincón de Nueva Jersey, un grupo de mujeres marchaban diariamente a trabajar a una fábrica de la pequeña localidad de Orange. Estaban felices porque ganaban un sueldo y estaban contribuyendo a la causa patriótica en plena Primera Guerra Mundial. Lo que no sabían era que su trabajo, en contacto constante con el radio, las estaba matando poco a poco. Años después, sus cuerpos continúan brillando en la oscuridad de sus tumbas después de haber fallecido tras sufrir dolores atroces. Cuando el caso conocido como “Las chicas del radio” salió a la luz y se hizo justicia, tras un largo periplo legal, abrió las puertas a los derechos de los trabajadores que enfermaban por causa de su propio trabajo.

Los hechos sucedieron entre 1917 y 1926 cuando la fábrica United States Radium Corporation empezó a contratar a decenas de mujeres para que fabricaran unos relojes luminiscentes. Esta innovadora técnica que permitía ver la hora en la oscuridad era muy útil para los soldados que marchaban al frente. Las chicas que trabajaban en la fábrica utilizaban pinceles muy finos que untaban con una pintura conocida como Undark y hecha con radio, un material altamente peligroso. Algo que ellas no sabían. Como los relojes eran de pequeño tamaño y las líneas que debían trazar en sus esferas todavía más, las trabajadoras mojaban los pinceles con su propia saliva para juntar bien las cerdas y poder hacer un dibujo lo más perfecto posible.

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Ajenas al peligro que conllevaba entrar en contacto directo y constante con el radio, las setenta trabajadoras de la planta de Orange se divertían pintándose las uñas, los dientes o la cara para brillar ellas mismas en la oscuridad. Se hacían «guantes brillantes» pintándose toda la mano o decoraban sus vestidos para salir de fiesta. La US Radium Corporation tenía delegaciones en distintas ciudades de los Estados Unidos y Canadá en las que durante aquellos años contrató a más de cuatro mil trabajadores para fabricar los innovadores relojes luminiscentes.

Poco tiempo después, algunas de las mujeres que habían estado en contacto con el radio empezaron a sufrir distintas dolencias. Unas sufrían anemia, otras agotamiento y dificultades para respirar. Algunas perdieron a sus bebés antes de nacer y muchas vieron con pavor cómo sus dientes caían sin más y dejaban en sus mandíbulas dolorosas llagas que no cicatrizaban. También se rompían sus huesos como si se hubieran convertido en cristal. Debido a la gran variedad de síntomas, nadie quiso ver un elemento en común. Los médicos, aliados con la potente compañía de relojes, no sólo miraron hacia otro lado sino que diagnosticaron en muchos casos que aquellas mujeres habían contraído la sífilis, una enfermedad de transmisión sexual ligada a la promiscuidad sexual. Las chicas del radio estaban muriendo y aún pretendían mancillar su honor.

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En 1925, el mismo responsable de química de la compañía, el doctor Edwin E. Leman, falleció a causa del radio. De hecho, el propio Leman y los directivos de la fábrica eran plenamente conscientes del peligro que entrañaba trabajar en contacto con el radio y tomaban sus precauciones tapándose la cara y cubriéndose las manos con guantes. Mientras aseguraban cínicamente a sus trabajadoras que el Undark era inofensivo.

El mismo año que fallecía Leman tuvieron lugar las primeras demandas legales de algunas de las trabajadoras. Sin embargo, eran pequeñas «David» luchando contra un Goliat poderoso. La compañía había comprado a los médicos. Por otro lado, en caso de que estos hubieran admitido el radio como causa de las enfermedades, dicho elemento químico no estaba tipificado como causante de una enfermedad laboral.

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Grace Fryer

Ante esta vergonzosa situación, una de las trabajadoras de US Radium Corporation, Grace Fryer, ella misma enferma, decidió plantar cara a la injusticia. Grace había dejado de trabajar en la fábrica en 1922 pero poco después empezó a encontrarse mal. Un médico le reveló la causa de sus dolencias, el radio. Grace intentó avisar a los directivos de la Radium Corporation, pensando, ingenuamente, que no estaban al caso. La respuesta fue el silencio. Mientras tanto, intentó contactar con antiguas compañeras para saber su situación y descubrió con horror que algunas ya habían muerto y otras estaban a punto de fallecer. Al final consiguió que cuatro mujeres se unieran a la causa con ella. Eran Edna Hussman, Albina Larice, Quinta McDonald y Katherine Schaub. Las cinco consiguieron que el abogado Raymond Berry aceptara iniciar una demanda legal contra la compañía en 1927.

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El caso consiguió saltar a los medios de comunicación que se hicieron eco de la vergonzosa noticia y posiblemente ayudaron a que el juicio lo ganaran las que ya se conocían como «Las chicas del radio». Por desgracia, algunas de las cinco litigantes ya habían muerto. Grace celebró la noticia con la boca llena de úlceras y vacía de dientes y con su cuerpo extenuado. Falleció poco tiempo después, en 1933.

La batalla legal consiguió que la compañía, además de pagar las costas del juicio, se comprometiera a pagar una pensión anual de seiscientos dólares a todas las afectadas. Fue también muy relevante que el caso de «Las chicas del radio» abrió una puerta legal para revisar los derechos de los trabajadores. Poco tiempo después, el Congreso de los Estados Unidos, aprobaba una resolución acerca de las enfermedades laborales.

Al final, «Las chicas del radio» no murieron en vano.

En 1927, la familia de Amelia Maggia, antigua trabajadora de la US Radium Corporation, se trasladaron hasta el cementerio de Rosedales de Nueva Jersey. Amelia había fallecido cinco años antes y el diagnóstico médico había sido sífilis. Ahora que el caso de las muertes de las trabajadoras del radio había salido a la luz, quisieron exhumar su cadáver. Los restos de Amelia Maggia estaban brillando dentro de su tumba. Todos los presentes corroboraron entonces que Amelia no había muerto de sífilis.

Para saber más: 

las chicas del radioLas chicas del radio. Lucharon por la justicia. Pagaron con sus vidasKate Moore

 

 

 

 

 

radium-girl-claudia-clarkRadium Girls: Women and Industrial Health Reform, 1910-1935
Claudia Clark

 

2 Respuestas a “Las chicas del radio

  1. Casualmente en la serie española, Seis Hermanas tocan el tema exactamente como este libro. Chicas en una fabrica de relojes que contraen cancer.

  2. ¡Cuánto mal ha hecho la ambición y la ignorancia! A veces de forma descarada como en las minas o más encubierta, como trabajando con amianto o radio. En

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